
El clan Puccio, La historia definitiva
Por Rodolfo Palacios
La reconstrucción del macabro y asesino andar del Clan Puccio es más o menos conocido. Se trata de una familia, de clase media, enclavada en un barrio acomodado (San Isidro) de la provincia de Buenos Aires, cuya apariencia formal (cruzada por tra-diciones de representación que consagran a la institución familiar como el seno de la paz y el núcleo inicial de la formación de las sociedades modernas) esconde un sino macabro que, al debelarse, deja al descubierto no sólo el engaño de las formas, sino algo más terrible, que aquello de que “cada casa es un mundo” es una constituyente verdad. Y en esta obra, el mundo y submundo son sinónimos siniestros.
En el libro de Palacios hay un agregado no menor: la puesta en juego de las circunstancias históricas del sacrilegio humano. Arquímedes es el culpable, pero la situación del país hace que las cosas puedan suceder tal como acontecieron. En defiinitiva, parece que la crueldad no fuera un paraguas en la mesa de disección, sino una posibilidad concreta de que asesinos e impunidad compartan impunes el espacio y el tiempo. Cada palabra genera en el lector la certeza de que allí sí hay un caso real, ahí sí están los integrantes de la familia Puccio y que ahí sí, finalmente, el olor a muerte se cuela desde el sótano a las habitaciones y desde allí a la resonancia argentina.